4. Casa Albás
Mi madre, doña Lola Albás, creció en esta casa. Mi bisabuelo, Manuel Albás Linés, se había afincado en Barbastro en 1830 y, en ese mismo año, inició un comercio de confitería en el sótano. Era una casa grande, en la que convivieron muchos hermanos con sus respectivos hijos, y por ello esta casa fue conocida también por el nombre de “la casa de los chicos”.
Anteriormente, este edificio se conocía como la Casa Albás o la Fábrica de Chocolates. Se trataba de un comercio de ultramarinos, fundado por Manuel Albás, abuelo paterno de María Dolores. El establecimiento, que ocupaba la planta y el sótano, despachaba comestibles, confitería y artículos de droguería, como barnices o velas de cera.
Los Albás procedían de antiguas familias aragonesas, de la zona de Sobrarbe. Actualmente, muchos Albás siguen afincados en Aínsa, donde se conserva la casa solariega familiar. La familia materna, los Blanc, eran oriundos de Barbastro.
En la casa familiar de los Albás Navarro convivieron sus hijos y nietos, por lo que era conocida en Barbastro como “la casa de los chicos”. Era una familia numerosa: los padres de María Dolores tuvieron catorce hijos, de los cuales sobrevivieron nueve.
En la Casa Albás reinaba un ambiente familiar, de sólida vida cristiana. Este ambiente había marcado el carácter de Dolores desde muy niña: libertad, laboriosidad y nobleza. A María de los Dolores –así registrada en el Libro de Bautismos–, la llamaban, de pequeña, Lolita; y ya de mayor, doña Lola. Siguiendo una tradición familiar, Lolita pasó sus dos o tres primeros años al cuidado de un matrimonio de confianza, en el Pirineo aragonés.