2. Catedral
Muchos fueron los acontecimientos que hacen que la Catedral de Santa María de la Asunción de Barbastro sea un lugar tan especial para mí y para mi familia.
Mis padres, José Escrivá y Dolores Albás, se casaron en esta catedral el 19 de septiembre de 1898, en la capilla donde se venera al Santo Cristo de los Milagros. Cuatro años después, en 1902, cuando yo nací, fui bautizado en la gran pila bautismal de la catedral.
Los domingos y días festivos íbamos todos juntos a Misa. El día de la Asunción recuerdo que se veneraba la imagen de la Dormición de la Virgen. (…) En medio de una capilla lateral, se alzaba el túmulo donde la imagen yacente de Nuestra Señora descansaba… Pasaba todo el pueblo, en silencio, besando los pies a la Virgen de la Cama.
Más tarde, se levantaría aquí una iglesia de nueva planta. Sin embargo, a principios del siglo XVI, esta iglesia se encontraba en estado ruinoso. Además, había quedado pequeña para acoger a una población en aumento, que rondaba ya los 3.000 habitantes.
La construcción de la Catedral
El motor que dio el impulso definitivo a la edificación del templo tal como lo conocemos hoy fue el deseo de la ciudad de restablecer el rango de sede episcopal. Esta condición, perdida desde la Edad Media, incrementaría su importancia política, religiosa, cultural y económica. Para ello, poseer un recinto digno era una condición indispensable.
El edificio, de grandes dimensiones, se construyó con planta de salón: las tres naves presentan la misma altura, dando lugar a un espacio interior diáfano y equilibrado. Los nervios de las bóvedas de crucería están decorados con 485 rosas de madera policromada y toques dorados que le dan la apariencia de un cielo estrellado, descansando en esbeltos pilares de unos quince metros de altura. Cada una de ellas está decorada con un escudo de la ciudad, que patrocinó la obra.
Al frente de las obras se sucedieron tres maestros: Luis de Santa Cruz, a quien se atribuye el derribo del templo precedente, la traza del proyecto y el comienzo de las obras; Juan de Sariñena, quien cerraría la caja del templo y elevaría los pilares hasta la altura de los capiteles; y Juan de Segura, responsable de voltear las bóvedas de crucería y de la decoración interior.
Una vez acabada la obra, se encargó su gran retablo al considerado mejor escultor del renacimiento aragonés, Damián Forment, autor también del retablo mayor de El Pilar. El resultado fue un retablo de gran riqueza y abundante decoración, en el que abundan los motivos tomados de la antigüedad clásica. Se ejecutaría en dos etapas, con una interrupción entre ambas de casi cuarenta años.
A partir del siglo XVII, el templo se enriqueció con nuevas capillas, entre las que destaca la del Santo Cristo de los Milagros (1707). Su estilo barroco desarrolla un interesante programa iconográfico en torno a la pasión y muerte de Cristo.
Descubre más sobre… LA TORRE
PUNTOS DE INTERÉS
INFORMACIÓN ADICIONAL DE LA CATEDRAL
- Invierno (1 octubre-31 mayo) Martes – sábado: 10-13 y 16-19 h Domingo: 11-14 h Lunes cerrado
- Verano (1 junio-30 septiembre) Martes – sábado: 10-13 y 17-20 h Domingo: 11-14 h Lunes cerrado
- Catedral y Museo: 5 €
- Catedral: 2,5 €