6. Casa natal de san Josemaría
Nací en esta casa el 9 de enero de 1902 y viví toda mi infancia en ella hasta que tuvimos que mudarnos a Logroño en 1915. Fue una casa llena de alegrías, pero también de tristezas por la muerte de tres de mis hermanos.
Fue una época complicada para mis padres. Incluso, yo, cuando tenía 2 años, caí muy enfermo con fiebres. Nadie sabía lo que me ocurría y el médico tan apenas me daba una noche de vida. Fue una noche muy dura, y mis padres prometieron llevarme en peregrinación a la ermita de Torreciudad si me recuperaba. Al llegar la mañana, el médico volvió pensando que yo no habría superado la noche, pero, para su sorpresa, todo había pasado y me encontró jugando en mi cama. No me quedó ninguna secuela de la enfermedad. Mis padres cumplieron su promesa y yo me convertí en un niño fuerte y sano.
Nunca quise que este lugar se convirtiera en un museo para mi memoria, sino que se sostuviera vivo en Barbastro el espíritu que yo recibí de Dios (…) así es como contribuirá aquel rincón de Barbastro a hacer cada vez más cristiano a mi pueblo.
San Josemaría, en su etapa adulta, pensó que hubiera sido muy fácil reconstruir su casa y conservarla tal como era cuando él nació, pero no quiso que fuera un museo dedicado a su persona. Su ilusión fue que hubiera un edificio que reuniera las condiciones necesarias para llevar a cabo una amplia labor de promoción humana y cristiana con personas de Barbastro y del resto de la comarca.
Así surgió el edificio que es hoy en día, el Centro Cultural Entrearcos: una asociación de carácter social y cultural sin ánimo de lucro, un núcleo de formación cultural y humana, de actividades para toda la familia, que promueve la fe católica y los valores cristianos dentro de un clima de total respeto a la libertad de las personas que asisten a sus programas.
San Josemaría no llegó a verlo terminado, pero la obra se mantiene en perfecto estado hoy en día.
Combinando la teja, la piedra y el ladrillo con dinteles de hormigón visto abujardado, reinterpretando las formas y el canon de otros elementos tradicionales como el gran alero volado o la galería de estilizados arcos de ladrillo, sus autores, H. Dols y S. Dols, recrearon el estilo tradicional aragonés desde la perspectiva contemporánea. Cabe destacar que estos arquitectos fueron algunos de los que dieron forma al Santuario de Torreciudad.